Y ¿DÓNDE ESTÁ LA DEMOCRACIA? Jorge Agapito Aguilera

El sexo es una democracia: goza tanto el que está arriba como el que está abajo.
(Anónimo)

Vivir en una democracia supone que cada persona puede pensar y creer en lo que quiera;
transitar libremente de un lugar a otro; organizarse, manifestarse y expresarse sin temor a que le
pase algo, supone ser un entorno en el cual sus ciudadanas y sus ciudadanos, son quienes toman
las decisiones, quienes se benefician del resultado de esas decisiones y quienes ejercen el poder.
Significa que la dignidad y los derechos de las personas son reconocidos y que se promueve el
tomar decisiones respetando la pluralidad, la diversidad y las diferencias, siempre impulsando el
respeto a la ley y a las libertades de cada uno.

La democracia en nuestro México sufre, agoniza y es necesario luchar por revivir sus ideales. De
hecho, no existe momento en la historia contemporánea mexicana, o por lo menos desde el triunfo
de Carlos Salinas de Gortari en la década de los ochenta, en que se haya cuestionado tanto el
valor, la certeza, la viabilidad, el significado y el porvenir de la democracia en el territorio
Mexicano, en sus entidades federativas y hasta en sus municipios.

Es cierto que los últimos años se han visto marcados por notables infortunios en la eficiencia y la
calidad de la democracia en México, la práctica de factores como la discriminación; el
desequilibrio económico; la pobreza; el desempleo; la comisión de los delitos por hechos de
corrupción; la comisión de delitos graves (delitos que atentan contra la vida y la integridad física
de los seres humanos y que quienes los cometen no cesan en utilizar la violencia en todas sus
modalidades, sino, hasta el grado de privar de la vida a las personas) y la comisión de los
inmensurables delitos electorales que se cometen durante cada proceso electoral, sea este Federal,
Estatal o Municipal, no solo han defraudado, desilusionado e intimidado a muchos ciudadanos
con principios y fieles defensores de la democracia, sino, que han evidenciado ante los ojos de
nacionales y de extranjeros que la democracia en México es una despreciable y ruin desgracia.

Actualmente México padece un retroceso democrático, el cual se origina desde el interior de su
sistema demócrata-político, su híper-reformismo y de decisiones políticas tomadas por mayorías
populistas, corruptas, apáticas, comadres y desde luego “democráticamente elegidas”. Este
retroceso coincide y permite el ascenso al poder público de más políticos y movimientos
populistas que traen consigo a un número creciente de votantes engañados, comprados y acarreados. Políticos a quienes les caracteriza la falta de respeto por las instituciones que
garantizan los derechos de la ciudadanía, la transparencia y la rendición de cuentas que controlan
el gobierno, esta predisposición es inherente a un poder ilimitado y que convierte al populismo en
una amenaza a la democracia.

La democracia en México experimenta una depreciación y una burla a los derechos y a las
libertades civiles de los mexicanos, como referencias y ejemplo:

  • Las limitaciones y agresiones a la libertad de expresión en tiempo de elecciones,
    agresiones ya vistas muchas veces en el pasado y que en el presente no faltan día a día sin
    importar el tiempo o el lugar, tal es caso de Benjamín Morales Hernández a principios
    del año dos mil veintiuno, quien fue hallado sin vida el Día Mundial de Libertad de Prensa,
    con varios impactos de bala pocos días después de haber recibido amenazas anónimas tras
    haber realizado su cobertura de las campañas electorales del estado de Sonora;
  • La violación fehaciente e impune a los derechos de la ciudadanía establecidos en la
    Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos, toda vez que antes, durante o
    después del desarrollo de la jornada electoral el voto “universal, libre, secreto, directo,
    personal e intransferible” de los ciudadanos mexicanos termina vendido, vacío y viciado.

Ahora bien, la existencia de una democracia plena requiere mucho más que la celebración de unas
elecciones libres y auténticas. La democracia es una condición que sólo puede ser alcanzada a
través del respeto de los derechos fundamentales de los gobernados y debe entenderse como un
sistema que protege, garantiza y permite el respeto irrestricto de los derechos humanos y de las
libertades de todas las personas; que contribuye a la creación de oportunidades iguales para
todos; que fomenta la búsqueda de mayor igualdad y justicia social; que lucha por la erradicación
de la pobreza; que vela por la vigencia y la eficiencia del Estado de derecho y que promueve la
formación de valores de igualdad, tolerancia y respeto mutuo a las diferencias, valores que son
fundamento básico de las relaciones sociales pacíficas y que con su aplicación podremos alcanzar
el propósito de un mejor México, de una mejor Puebla y de un mejor Tepeyahualco.

 

Al conquistar nuestras libertades hemos conquistado una nueva arma; esa arma es el voto. (Francisco I.
Madero)

 

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