EL CRIMEN ORGANIZADO Y LAS REDES SOCIALES
Por: Roberto Esquivel Ruiseco
Internet facilita la información adecuada, en el momento adecuado, para el propósito adecuado.—Bill Gates.
El “Rey del Software” manifestó estas palabras en 1997. Han pasado 24 años desde la afirmación revolucionaria de Gates y ahora es necesario replantear ¿Qué ocurre cuando el propósito para el cual se usa Internet no es el adecuado? TikTok, una de las redes sociales más utilizadas actualmente, permite mediante algoritmos basados en los vídeos con los cuales sus usuarios interactúan, clasificar y filtrar los millones de vídeos disponibles en su plataforma de acuerdo con las preferencias de los usuarios. Lo anterior genera un entorno personalizado en donde, por ejemplo, señalar el gusto por videos de comida italiana puede tener como consecuencia que comiencen a aparecer más de estos vídeos en nuestra pantalla de inicio.
Sin embargo, no todas las personas disfrutan del contenido culinario y quizás prefieren señalar que les agrada un vídeo de la persecución de un bote en alguna otra parte del mundo. En ese momento, el algoritmo de TikTok detecta intereses relacionados con la actividad policial o criminal y comienza a ofrecer vídeos cuyo creador son grupos de narcotraficantes en México. Este hecho sucedió en la vida real y fue documentado por la investigación realizada por Óscar López, “Los cárteles mexicanos invaden TikTok”, en el diario El País y muestra como los algoritmos de las redes sociales pueden llevar a los usuarios a visualizar contenido subido por grupos delictivos. Así como TikTok, todas las redes sociales utilizan mecanismos semejantes para mantener a sus usuarios el mayor tiempo posible. El propósito adecuado señalado por el fundador de Microsoft ya no es el único objetivo de Internet, actualmente las redes sociales se han convertido en la nueva herramienta de los grupos criminales en México para realizar propaganda y, en el peor de los casos, reclutar nuevos miembros. En este escenario surge la pregunta que guía el presente texto: ¿Cómo evitar que el crimen organizado utilice las redes sociales para fomentar sus actividades?
PROMOCIÓN Y RECLUTAMIENTO
Durante la década pasada se desconocía como el crimen organizado podría utilizar las redes sociales a su favor. Actualmente, si un usuario escribe en el buscador de TikTok la palabra “cartel” podrá encontrar vídeos con miles de visitas que hacen referencia al estilo de vida de los narcotraficantes. De acuerdo con Falko Ernst, analista para México de International Crisis Group, los vídeos de esta red son producidos por los miembros más jóvenes de las agrupaciones criminales “sicarios ansiosos por mostrar sus botines de guerra” y tienen como propósito atraer a los jóvenes que ven estos vídeos a unirse a las filas del crimen en los puestos más bajos y peligros de la organización: sicarios o halcones.
Además del reclutamiento, el crimen organizado busca a través de los vídeos establecer una conexión social desde una distancia segura. “Si busca novia amigo aquí estoy”, “Que bien amiguitos, que Dios les bendiga hoy y mañana y siempre”, “¿Cómo le contacto? Quisiera unirme”: son algunos de los mensajes que se encuentran en los incontables vídeos que hacen referencia a los beneficios de pertenecer a las filas del narcotráfico y que muestran el éxito de este marketing. Sin embargo, a pesar de la gravedad y proliferación de este fenómeno la política de las empresas de redes sociales es estar dispuestas a cooperar con las autoridades para combatir la actividad delictiva organizada de acuerdo con sus normas comunitarias.
En la actualidad existe una discusión amplia acerca de si el crimen organizado en México es equiparable con el terrorismo. Si bien este texto no pretende abordar esta discusión si es necesario señalar que en el uso de redes sociales ambos fenómenos tienen características semejantes. Por ejemplo: tanto los miembros del Estado Islámico (EI) como del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) pretenden, mediante el uso de las redes, proyectar una buena imagen de sus acciones y buscar nuevos seguidores. Realizar esta comparativa permite pensar políticas regulatorias basadas en las medidas que otras naciones han diseñado para combatir la propaganda y reclutamiento de los grupos terroristas en las redes sociales.
CONCLUSIÓN
Internet y las redes sociales están lejos de ser inherentemente buenos y con los objetivos adecuados que planteó hace 24 años Bill Gates. El crimen organizado ha ampliado su campo de acción al entorno digital y representan una amenaza para la seguridad de los ciudadanos. Para el narcotráfico, el fácil uso de las redes, su gratuidad y amplio alcance representan una herramienta invaluable para establecer vínculos con el público y lavar su imagen ante la sociedad, así como una fuente de reclutamiento entre jóvenes que ven en el contenido expuesto una oportunidad de posicionamiento social. Ante estas circunstancias no hacer nada no es una opción y a partir de la experiencia de diferentes naciones se puede ofrecer un abanico de posibilidades para que el legislador mexicano actúe ante un fenómeno que ya comienza a ser percibido a nivel mundial como fue ejemplificado en el caso de la ACCO estadounidense.
Por supuesto, el ingenio de los grupos criminales buscará soluciones a la regulación cuando vea mermados sus intereses. Sin embargo, a diferencia de la falta de previsión que representó para las autoridades la adaptación del crimen organizado a las redes sociales, actualmente las redes pueden ser herramientas de prevención a través de mecanismos de cooperación entre compañías, Estado y ciudadanía.