Aumento salarial ¿para celebrar?

Por Adrián Salazar

 

Luego del aumento del 22 por ciento al salario mínimo, que entrará en vigor a partir del 2022, como acordó el Consejo de Representantes de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami), integrada por trabajadores, patrones y gobierno, muchas voces salieron a celebrar esta acción como un triunfo para la clase trabajadora, principalmente, el sector empresarial, sin embargo ¿qué hay de los trabajadores? ¿verdaderamente se trata de un triunfo para ellos? En la frontera norte el salario mínimo será de 260,34 pesos diarios y en el resto del país, de 172,87 pesos.

De acuerdo con la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, dicho incremento al salario mínimo general tendrá un impacto positivo para más de 6 millones de personas, 1.5 millones más que en 2021. Se trata del cuarto aumento anual consecutivo desde 2019 en un panorama marcado por la inflación. 

Por su parte, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) refiere que este incremento acerca el salario mínimo a los indicadores de bienestar básicos: cubrirá el 112% de la Línea de Bienestar Familiar, definida por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en la frontera norte, pero en el resto del país representará apenas el 74%. 

Y dicen más: con este acuerdo el CCE y los organismos que lo integran refrendan (…) su compromiso de mejorar el ingreso de los trabajadores y superar, en el corto plazo, la Línea de Bienestar Familiar. Sí, esos mismos que se manifestaron en contra al incremento del 15% para 2021, en uno de los momentos más cruciales para la clase trabajadora por la crisis económica a causa de la pandemia. 

Vaya si no es una contradictio in adiecto de los empresarios. Aún ahora, ¿por qué no se concretó un aumento que logre atender la línea de bienestar en todo el país, que permita a las familias vivir dignamente y con decoro? ¿será que priorizan su ganancia, sus intereses económicos personales al bienestar de la clase trabajadora?

Pues bien, este “incremento” se da un panorama poco alentador, caracterizado por la inflación y la ralentización de la recuperación económica. La inflación se colocó en poco más del 7% anual en la primera quincena de noviembre, el mayor nivel en 20 años. En el tercer trimestre del año, el PIB cayó un 0,4% respecto al segundo, el primer retroceso desde el inicio de la reapertura y como consecuencia, el Banco de México ha rebajado su pronóstico de crecimiento para 2021, de un 6,2% a un 5,4%.

El salario mínimo será de 5 mil 186 pesos al mes, el siguiente año, insuficiente para cubrir el costo una canasta básica familiar, que es de 7 mil 688 pesos (a precios de octubre, 2021). Es decir, las familias se enfrentan a un déficit en sus ingresos de 2 mil 502 pesos, más lo que se acumule por el aumento de precios de los artículos que integran la canasta básica, durante el año 2022 y los meses de noviembre y diciembre de este año.

En nuestro país el 66% de la población ocupada tiene un ingreso inferior al costo de dos canastas básicas y el 61% de quienes tienen un trabajo subordinado asalariado también están en esa situación, por tanto, sus ingresos resultan insuficientes para superar el umbral de pobreza de dos personas. Datos del INEGI.

Como vemos, la actual situación económica a la que nos enfrentamos los mexicanos no es nada fácil, y mientras el presidente de la república y su gobierno salen a festejar pequeños “avances”, la pobreza se va engullendo cada día a más millones de mexicanos que no ven la forma de poder sortear la ya deplorable situación del país que se caracteriza hoy en día por tres aspectos preocupantes en extremo. Primero. La contracción del PIB, que se convierte en un freno que impide la recuperación económica. Segundo. El incremento en los precios de 7.05%, es decir, llegando a una inflación anual con un máximo no visto desde hace más de 20 años. Tercero. El incremento en el nivel de pobreza laboral, es decir, 40.7% de la población (52 millones) está en una situación en la que los ingresos son insuficientes para alcanzar la nutrición mínima.

Aunque la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos señala que el salario mínimo debe alcanzar para que un trabajador pueda mantenerse dignamente él y a su familia, en los hechos eso no sucede gracias a las deficientes políticas de los gobiernos anteriores y de este que prometió corregir esa y otras injusticias. Aquí vemos una disyuntiva infranqueable para la actual administración de Andrés Manuel López Obrador: respeta y hace valer la ley o se suma a los políticos que sólo se acuerdan de los pobres en sus discursos, pero los olvidan en los hechos. 

 

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