
Jóvenes católicos alzan la voz en Puebla : «No queremos quedarnos quietos viendo como la sangre de nuestros jóvenes se sigue derramando»
- Puebla es la 4ta entidad con mayor cantidad de personas de entre 0 y 17 años en riesgo de ser reclutadas o utilizadas por parte de grupos delictivos
- En 2022, se atendieron en hospitales de Puebla 355 personas de 1 a 17 años por violencia familiar; el 88.5% de estos casos correspondían a mujeres (314 en total), y en el mismo año 292 personas fueron atendidas en hospitales de Puebla por violencia sexual
Puebla, Pue.,- Este sábado, cientos y cientos de jóvenes católicos alzaron la voz en una Jornada por la Paz, en la ciudad de Puebla, «No queremos quedarnos quietos viendo desde nuestras ventanas cómo la sangre de nuestros jóvenes se sigue derramando ante la mirada fría de la sociedad que se ha acostumbrado a la muerte», exclamaron al exhortar a los jóvenes a ser constructores de paz.
Es por eso que hoy nos hemos congregado jóvenes y personas de diferentes movimientos y carismas, unidos en la fe de la Iglesia que peregrina en Puebla, para ejercer la misión profética que recibimos el día de nuestro bautismo.
Estamos aquí, primero que nada, para unirnos al pueblo de San José de Mendoza, que está viviendo en estos momentos su caravana por la paz. Un momento de fe, esperanza y luz después del cobarde e indignante asesinato de 8 adolescentes y jóvenes el pasado domingo 16 de marzo de este año en las inmediaciones del templo parroquial.
“Ocho” se dice fácil, en menos de un segundo, pero detrás del número están los nombres de Bruno, Edwin, Alexis, Daniel, Juan Flavio, Miguel, Fernando y Juan Martín, cada uno de ellos con un rostro, una historia, con familiares y amigos, metas y anhelos. No son cifras. No son estadísticas. Son personas de carne y hueso cuya vida les ha sido arrebatada.
Es cierto, no los conocíamos. También es cierto que no sucedió cerca de aquí. Pero ¿acaso al decir todo esto no dejamos entrever que nuestro corazón se ha convertido en nada más y nada menos que una vil roca? ¿acaso nos hemos acostumbrado tanto a los asesinatos y a la
violencia como para no sentir ni un pequeño escalofrío por el modo inhumano en el que les ha sido arrebatada la vida a nuestros hermanos?
Ante la eterna pregunta de Dios que día tras día nos pregunta “¿Dónde está tu hermano?” seguimos respondiendo como Caín: “No sé, ¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?”
¡No podemos permanecer indiferentes ante el cruel dolor que hoy sufren las familias por la ausencia de un ser querido víctima de la violencia! ¡No debemos seguir normalizando las estructuras de pecado y corrupción que drenan la vida de nuestros pueblos para llenar de lujos a unos pocos! Y más aún, ¡No queremos quedarnos quietos viendo desde nuestras ventanas cómo la sangre de nuestros
jóvenes se sigue derramando ante la mirada fría de la sociedad que se ha acostumbrado a la muerte! Desde aquí queremos expresar nuestra cercanía y solidaridad con los familiares y amigos de nuestros hermanos asesinados. ¡Su partida nos duele y nos mueve! Junto con toda la Iglesia nos unimos en oración por su eterno descanso. ¡Ni uno más! ¡Ya basta!
También estamos aquí para alzar la voz y manifestar que la violencia que se cobra la vida de nuestros jóvenes no es algo lejano que sólo ocurre en las tierras del Bajío. Hoy en Puebla también vivimos escenarios lamentables que exigen la atención y acción de sociedad, gobierno e Iglesia en conjunto para salvaguardar el derecho sagrado e innegociable de la vida para todos.
De acuerdo con datos del censo poblacional realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2020, Puebla tenía una población de 2.1 millones de personas de entre 0 y 17 años del cual el 49.4% son mujeres y el 50.6% hombres; el mismo año Puebla era el cuarto estado con mayor población en dicho rango de edad.
De esta población, según información oficial recopilada por la Red por los Derechos de la Infancia en México, entre 11.3 mil y 19.6 mil niñas, niños y adolescentes estaban en riesgo de ser reclutadas o utilizadas por parte de grupos delictivos en Puebla durante 2020. Así, nos posicionamos como la 4ta entidad con mayor cantidad de personas de entre 0 y 17 años en riesgo de ser reclutadas o utilizadas por parte de grupos delictivos en este periodo.
En 2022, se atendieron en hospitales de Puebla 355 personas de 1 a 17 años por violencia familiar; el 88.5% de estos casos correspondían a mujeres (314 en total), y en el mismo año 292 personas fueron atendidas en hospitales de Puebla por violencia sexual; el 92.1% de estos casos correspondían a mujeres (269 en total).
En 2023, 20 personas de entre 0 y 17 años (18 mujeres y 2 hombres) fueron víctimas de trata en nuestra entidad; esto representó un aumento con respecto a los 12 casos registrados en 2022. Con esto, Puebla se posicionaba como el 5to estado con mayor cantidad de víctimas de trata de personas de entre 0 y 17 años.
Además, desde que se tiene registro, 6,071 personas de este mismo intervalo de edad han sido reportadas como desaparecidas, no localizadas o localizadas en Puebla hasta el 27 de febrero de 2024. De estas niñas, niños y adolescentes, 651 continuaban desaparecidas o no localizadas a la misma fecha, siendo 417 mujeres y 234 hombres. En 30 de estos casos los menores fueron hallados sin
vida.
No deberían hacernos bajar la guardia ni por un momento los reportes en los que se presume la tendencia a menos de los índices delictivos. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), en Puebla la “cifra negra” de delitos no denunciados alcanzó un 93.2% entre 2021 y 2022. Tristemente la realidad es mucho más abrumadora de lo que reflejan los números.
Ante este escenario, ¿qué podemos hacer nosotros? Mucho en realidad. La paz es don y tarea, es decir, primero brota de la reconciliación con el Padre que Cristo nos regala y luego, derramándose sobre nuestro corazón, se propaga en nuestro medio con acciones concretas. Por ello lo primero que queremos decir como jóvenes cristianos es que necesitamos urgentemente la conversión de nuestras comunidades, de nuestra cultura y de nuestros corazones al Señor. Él es nuestro mayor tesoro, y su amor, lo mejor que podemos ofrecerle al mundo. No podemos pretender construir una sociedad pacífica cuando en los corazones habita el rencor, el odio y el egoísmo; tampoco es posible reconstruir el tejido social donde la narcocultura, la cultura del descarte y la cultura de la muerte se abren paso ahí donde el Estado ha fallado en garantizar el desarrollo pleno los derechos humanos y los valores universales de dignidad, verdad, justicia y vida, desde su
concepción hasta su muerte natural.
Aprovechemos este tiempo cuaresmal para hacer un profundo examen interior que nos lleve a reconocer lo necesitados que estamos de la fuerza redentora de Cristo, el único que puede sanar nuestra historia, nuestras heridas y nuestros remordimientos, y acerquémonos a su
corazón para recibir todo lo que necesitamos.
Además, queremos hacer de conocimiento público las acciones concretas que nos proponen desde la Agenda Nacional de Paz para realizar como sociedad civil y como gobierno, confiando en que el trabajo coordinado es capaz de transformar nuestra realidad.
A la sociedad civil la llamamos a:
1. Impulsar el apoyo hacia las víctimas de la violencia.
2. Generar espacios de diálogo interinstitucional para la construcción de la
paz.
3. Promover procesos de salud mental en las familias y comunidades para
atender las secuelas de las violencias.
4. Promover en las escuelas una educación para la paz y ambientes que
ayuden a una mejor convivencia social.
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5. Promover actividades para recuperar el espacio público como lugar de
encuentro y la organización comunitaria para resolver las necesidades
colectivas.
6. Promover acuerdos laborales que mejoren las condiciones de trabajo y de
vida.
7. Impulsar comunidades comprometidas con la cultura del cuidado y la
corresponsabilidad.
8. Fortalecer la cultura de la hospitalidad con los migrantes, refugiados y
desplazados.
9. Impulsar programas de prevención y atención de las adicciones.
10. Realizar acciones de cuidado del medio ambiente
11. Promover la participación de la ciudadanía en el diseño e implementación
de las políticas de seguridad
12. Promover la justicia restaurativa, mediación y resolución positiva de
conflictos en las familias, las escuelas, las iglesias, las comunidades y el
trabajo
13. Reconocer, dignificar y recuperar el liderazgo de las policías municipales
y comunitarias
14. Impulsar instituciones, procedimientos y acciones que garanticen la
transparencia y rendición de cuentas de las autoridades locales.
Al gobierno lo exhortamos a:
1. Desarrollar políticas de cuidados como condición para la paz, con enfoque
de derechos humanos y género, dirigidas a construir y fortalecer tejidos
sociales, crear entornos seguros y restituir el valor de la vida, dando
atención prioritaria a la niñez, adolescencias y juventudes.
2. Fortalecer las policías municipales, conectarlas con el sistema de justicia y
otras fuerzas públicas para que coadyuven en la investigación y el cuidado
del territorio, y así sea posible la retirada paulatina de los militares en las
funciones de seguridad pública.
3. Renovar el sistema de procuración e impartición de justicia en el nivel
federal y estatal, de tal manera que tenga capacidad para investigar y
autonomía para resolver casos.
4. Emprender una reforma a fondo del sistema penitenciario para que el
Estado retome el control de las prisiones, impida los actos de corrupción y
de extorsión y actúe dentro del marco de la ley para proteger los derechos
de las personas privadas de libertad, de sus familias y del personal
penitenciario.
5. Promover una estrategia que fortalezca la seguridad y bienestar de las
adolescencias en sus riesgos asociados a adicciones, crimen organizado y
economías ilícitas, incluyendo su participación, así como la de la sociedad
civil y los distintos órdenes de gobierno.
6. Impulsar una gobernanza democrática que proteja a los gobiernos
municipales de las economías criminales y tengan las condiciones para
desarrollar programas a favor de la seguridad, la justicia y la paz con
amplia participación de la sociedad civil.
7. Atender la crisis de derechos humanos del país en cuatro temas prioritarios:
realidad de los desaparecidos, violencia contra las mujeres, violencia
contra las personas en movilidad y autonomía de pueblos indígenas.
Sabemos que la construcción de la paz es un proceso que requiere tiempo y participación. Por eso los jóvenes de Puebla decimos “aquí estoy, envíame a mí”. Queremos ser agentes de cambio. Queremos ser protagonistas de una civilización que tenga como principal fundamento el amor al prójimo. Queremos ser en verdad sal que dé sabor y luz que ilumine las tinieblas más oscuras.
¡No tenemos miedo! El Dios que hizo el cielo y la tierra está con nosotros, sostiene nuestro caminar y nos da fuerzas para luchar y donar la vida a los demás.